Cada persona es única e irrepetible, pero hay quienes son únicas, irrepetibles e inmortales; éste es el caso de Michael Jackson, quien abrió sus ojos al mundo en 1958 y los cerró ayer, 25 de junio de 2009. Su talento innovador, su música, sus movimientos, sus creaciones vivirán por siempre, pasarán de generación en generación, como sólo lo hacen los grandes.Quienes me conocen saben la profunda admiración que siento por él desde que tengo memoria; forma parte de mi infancia, cuando descubría el gusto por la música y mi amor por bailar. Es por eso que todo esto me golpea tanto, es realizar un duelo interno por una parte de mi propia vida, quizás la mejor parte de ella, mi niñez. Agradezco haber nacido en la época perfecta para crecer alimentándome con su arte.
Tuve la suerte de verlo y escucharlo en vivo en 1993, en un estadio de River Plate colmado y excitado por este astro; pude maravillarme con sus pasos, rendirme a su música y guardarme esa experiencia como un tesoro en la memoria.
Ya nada será lo mismo.
Era una leyenda en vida, y será más aún después de esto.
Señoras y señores, hemos sido contemporáneos con un rey de un reino sin fronteras territoriales ni temporales.
Damas y caballeros, el Rey del Pop es, a partir de ayer, INMORTAL.

