Y ahora, ¿dónde podremos distraernos?
En las últimas semanas, uno de los conceptos tradicionales de la religión católica ha sido abolido, el que aludía al espacio ciertamente indefinido donde iban los bebés y las almas buenas no bautizadas: el limbo.
El limbo -palabra que viene del latín y designa "frontera"- era, para los medievales, la región en que quedaban las ánimas que no llegaban a acceder al Cielo ni merecían, tampoco, el Purgatorio o el Infierno. Esta instancia algo borrosa fue eliminada recientemente por el Papa Benedicto XVI del corpus de creencias cristianas, con el argumento de que no dejar entrar al Cielo a los niños que mueren sin bautizarse reflejaba "una visión excesivamente restrictiva de la salvación". Y, si nos guiamos por la idea de un Dios misericordioso, seguramente debemos coincidir con el Pontífice en que querrá "que todos los seres humanos se salven". La palabra se restringirá entonces, de ahora en más, al desplazamiento mental, al famoso "estar en el limbo", para caracterizar a alguien cuyo pensamiento e interés parecen estar en un lugar remoto, lejos de la lisa y llana realidad presente. (Fuente: Librosenred.com)
1 comentario:
Entonces la pregunta es: ¿Qué pasó con todas las personas que hace siglos vienen acumulándose en el limbo?
Forman villas alrededor del cielo?
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